domingo, 5 de junio de 2016

Medusa

En la mitología griega, Medusa (en griego antiguo Μέδουσα Médousa, ‘guardiana’, ‘protectora’) era un monstruo ctónico femenino, que convertía en piedra a aquellos que la miraban fijamente a los ojos. Fue decapitada por Perseo, quien después usó su cabeza como arma, hasta que se la dio a la diosa Atenea para que la pusiera en su escudo, la égida. Desde la antigüedad clásica, la imagen de la cabeza de Medusa aparece representada en el artilugio que aleja el mal conocido como Gorgoneion.


Mitología de Medusa

La única mortal de las tres gorgonas (hijas de Forcis y Ceto). Medusa es la Gorgona por excelencia y a veces se llama Gorgona a Medusa por antonomasia.

Las Gorgonas habitaban en el extremo Occidente, cerca del reino
de los muertos. Sus cabezas estaban pobladas por serpientes, tenían colmillos de jabalí, manos de bronce y unas doradas alas que les permitían volar. De sus penetrantes ojos salían chispas y quien los miraba se convertía en piedra.

Las gorgonas eran unos monstruos temidos por mortales e inmortales. Tan solo Poseidón se atrevió a unirse con Medusa, dejándola embarazada.

Perseo fue en busca de Medusa para matarla. Encontró su guarida y, gracias a las sandalias aladas de Hermes, se elevó en el aire y le cortó la cabeza mientras dormía. Para no mirar a los ojos de Medusa, utilizó su escudo como espejo.

Del cuello de Medusa salieron entonces los hijos de Poseidón: Pegaso y Crisaor.

Atenea puso la cabeza de Medusa en su escudo para convertir en piedra a los enemigos que lo miraran.

Perseo guardó la sangre: la de la vena izquierda era un terrible veneno mortal y la de la derecha un remedio que podía hasta resucitar a los muertos (ver Asclepio).












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